¿Escuelas Seguras? Desafíos que enfrentan niños, niñas y adolescentes ante la violencia
- Grisel Bethancourt
- 30 sept 2024
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Actualizado: 30 sept 2024

Disminuir la violencia escolar es un desafío en Panamá. Dentro de las aulas, cada vez es más común el acoso físico, psicológico o las agresiones entre estudiantes. Los Gabinetes Psicopedagógicos solo logran atender el 17 por ciento de los casos registrados en centros, esto propicia que víctimas y padres ya no callen ante las constantes amenazas, los vacíos que tiene el sistema y la respuesta de los docentes.
Por Grisel Bethancourt y Sharon Pringle Félix.
Publicado el 30 de septiembre de 2024.
Allan sentía miedo, estaba triste. Un día, ante la amenaza de cinco compañeros de noveno grado, le dijo a su madre: “Mamá me puedo quedar en casa y mandas una justificación, así vamos la otra semana cuando no hay mucha gente”. El niño no quería tener más problemas, a tal punto que solo tomaba agua en casa para no ir al sanitario en el colegio.
En junio de 2024, dos hermanos (niño y niña) que estudian con Allan, invitaron al salón a supuestos amigos del mismo centro escolar, quienes lanzaron una caja con libros al abanico de techo del salón, éstos volaron hasta averiar el artefacto, parte de las hojas cayeron en la cabeza de una compañera. Otra estudiante, grabó la escena con el teléfono celular de Allan. Dicha acción provocó que los responsables del hecho lo acosaran, e intimidaran en agredir con arma blanca y de fuego.
Este es uno de los muchos casos de violencia escolar que se registran en nuestro país. Según el Ministerio de Educación -Meduca, solo en el transcurso del año 2024 se han reflejado situaciones de violencia en más de 200 centros educativos oficiales panameños, son sucesos que se conjugan en lo cotidiano de una jornada escolar.
El presente reportaje utiliza nombres ficticios para proteger la identidad de los menores de edad afectados por violencia escolar, asimismo, se cuidó la ubicación exacta y centros escolares citados.
Los casos que atiende Meduca desde la Dirección Nacional de Servicios Psicoeducativos, incluyen situaciones familiares, rendimiento académico, conductuales, dentro de estos últimos, la violencia y acoso escolar.
La violencia en el entorno escolar designa todas las formas, las padecidas por estudiantes y perpetradas por otros estudiantes, docentes y demás miembros del centro educativo. Incluye el acoso, que son comportamientos intencionales y agresivos que tienen lugar de manera repetida contra una víctima, y pueden manifestarse como acoso físico, psicológico y sexual.
Un informe publicado recientemente por la UNESCO revela que el acoso escolar afecta a uno de cada tres jóvenes, aunado a ello, más del 30 por ciento de estudiantes en el mundo han sido víctimas de este fenómeno, algo que tiene consecuencias nefastas en materia de rendimiento escolar, abandono escolar, salud física y mental.
La intervención del sistema oficial escolar contempla a la víctima, la persona agresora y a quienes observan el hecho. En cuanto al uso de drogas, armas o abuso, las direcciones de los centros educativos remiten a otras instancias, tales como la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENNIAF), la Policía de Niñez y Adolescencia, y los jueces penales, en la jurisdicción de niños, niñas y adolescentes -NNA.
Casi el 80 por ciento de los casos denunciados de acoso escolar o bullying de forma verbal, comienzan en los salones de clases o en los recreos. Las agresiones físicas, se dan en los baños o en lugares apartados de la vista de adultos o cámaras de seguridad.
Esto lo señala la encuesta realizada en 2023 por la Organización Global de Prevención ante el Bullying -OGPAB, el Observatorio de Acoso Escolar y la Alianza Mundial Contra el Bullying, donde participaron de forma anónima dos mil 482 estudiantes de colegios públicos y privados de once países de las Américas y España, incluyendo Panamá, e hicieron un retrato de la situación cuando establecieron haber sido víctimas de acoso escolar.

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Las cifras de la encuesta de OGPAB, reflejan que seis de cada diez estudiantes ha sufrido acoso físico, cuatro de cada diez ha reportado agresiones de consideración, tanto física, como psicológica; cuatro de cada diez manifiesta haber recibido burlas o acoso por parte de educadores.
La violencia escolar es un fenómeno sin fronteras. Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia -UNICEF, la mitad de jóvenes en todo el mundo sufren violencia entre compañeros en la escuela. Uno de tres estudiantes entre los 13 y 15 años, experimentan acoso. Igualmente, uno de cada tres estudiantes del mismo rango etario, se han involucrado en peleas físicas.
Para ordenar la situación en centros escolares del país, el gobierno amplía la cobertura, pero existen deficiencias desde zonas pobladas como alejadas en las comarcas, donde padres, madres de familia y estudiantes víctimas necesitan una respuesta oportuna. Con ello, cuelga en un hilo delgado la vulneración de los derechos humanos, la salud mental y las consecuencias de estos actos sin su debida prevención.
La agonía ante un caso de violencia escolar
Allan, de 14 años de edad, es reservado, respetuoso, tranquilo, aplicado. Al darse el hecho, un profesor lo extrajo de la situación y alertó a la madre del estudiante, quien describe el episodio tras el hallazgo como una verdadera agonía: “cuando llegué a la escuela la primera vez, mi hijo lloraba, su corazón latía muy fuerte.”
Carmen, comentó que pasaba las noches sin dormir, en determinación de cuidar a su hijo, lo trasladó a su habitación. “Necesitaba tenerlo cerquita de mí. Él se puso a llorar, me decía: no quiero problemas mamá, ellos usan cuchillos y pistolas, yo no.”
Ella narró este proceso con la emoción de quien ama: “Todos los días era como una agonía, cuando regresaba a la escuela fue difícil. Al llevarlo yo quedaba faltando a mis turnos de trabajo, esperándolo en el recreo y unas compañeras de él me alertaban por celular si pasaba algo. Hasta que el busito lo recogía y me avisaban… yo respiraba.”
La escuela dilató el caso de Allan, aunque citaron a padres y estudiantes, no todos acudieron, la sanción no se dio para quienes lo acosaron. Por lo que, a la situación de amenaza, le siguió el bullying, insultos y el acoso psicológico.
Por lo referido, la madre se percibió desprotegida durante un periodo de dos meses, y ante el constante acoso a su hijo, tuvo afectaciones en su salud, se le comenzó a caer el cabello, mientras, Allan estuvo callado, durmiendo mucho, y bajó las notas. La situación empeoró cuando llegó la noticia de su suspensión de dos días de clases, debido a que se defendió de forma verbal contra quienes le agredieron. Carmen llevó una nota a la dirección del plantel y se opuso a tal sanción, la consideró injusta, siendo recibida por la subdirectora, pero no hubo una respuesta resolutiva.
El caso fue denunciado por la madre de Allan ante el Meduca que lo remitió a la dirección regional en San Miguelito, por inacción de la dirección del plantel; a falta de respuestas, y al no existir un informe, la Policía de Niñez y Adolescencia tampoco podía intervenir.
Carmen tomó la decisión de llevar a su hijo a una psicóloga de la Caja de Seguro Social -CSS, quien diagnosticó a consecuencia del acoso continuo que Allan padecía, un detonante para la aparición de un “trastorno mixto ansioso depresivo”. La especialista quien continúa con el acompañamiento y atención a Allan, en un primer momento aconsejó no retirar al afectado de la escuela, porque no era la persona responsable del hecho.

Foto. Cortesía UNICEF/Panamá/Scheverdfinger
Ante los casos de violencia escolar como el descrito, el Meduca apuesta a fortalecer las escuelas para padres, ya que muchas de estas situaciones tienen su génesis en las familias, y se ve reflejado en la escuela. Igualmente la actual administración busca incluir actividades de arte que ayuden a paliar el mal uso de la tecnología y el tiempo de ocio en estudiantes, y los inadecuados hábitos de dormir, afirmó Veruska Ordás, directora nacional de Servicios Psicoeducativos del Meduca. Sin embargo, estas respuestas no detienen los casos.
Entre las estrategias, además se encuentra la Guía Habla Conmigo, la cual ofrece espacios presenciales y virtuales seguros, de prevención mediante la intervención educativa para la detección temprana, la prevención efectiva del acoso escolar y el maltrato en estudiantes.
Asimismo, existe el Resuelto No. 2588-A de 30 de mayo de 2018 que reglamenta el uso obligatorio del protocolo para la detección, atención, referencia y seguimiento de casos de NNA en circunstancias difíciles dentro del sistema educativo y la actuación de acoso escolar en todos los centros educativos a nivel nacional, públicos o privados.
Este protocolo enfatiza que el centro educativo debe garantizar que los estudiantes, -afectados y agresores-. continúen en el sistema, por lo que debe darle seguimiento a los casos, aunque hayan sido referidos a otra institución.
Ambos instrumentos legales, contemplan un enfoque de derecho e inclusión en situaciones de emergencia tomando en cuenta las competencias socio emocionales.
Entre leyes, límites y vacíos: el amparo a estudiantes
El sistema educativo desde la mirada de la violencia escolar, tiene síntomas parecidos a las víctimas de este fenómeno. A diario las situaciones que aparecen en las redes sociales dimensionan las situaciones que antes no era posible que fueran de conocimiento. Lamentablemente el Meduca indica que debido al cuidado de datos a menores de edad, es complejo informar sobre esta realidad.
De acuerdo a la Ley No. 81 del 26 de marzo del 2019 sobre Protección de Datos Personales, se reconoce como ejemplos de datos sensibles en el ámbito educativo, aquellos contenidos en los informes psicopedagógicos de menores de edad elaborados por los departamentos de orientación o psicología de la institución.
Los medios de comunicación en septiembre de 2024, publicaron el caso de un estudiante de pre media en la provincia de Chiriquí, el cual recibe terapias luego de ser impactado por la descarga de una pistola eléctrica. Los responsables del hecho, sus propios compañeros, fueron suspendidos dos semanas del plantel público. También en ese periodo, un niño de primaria intentó romper vidrios y tirar piedras a varios vehículos en una escuela de Veraguas, los educadores tuvieron que intervenir.
Nuestro país adopta la Ley No. 285 del 15 de febrero del 2022, por la cual se crea el Sistema de Garantías y Protección, Integral de los Derechos de la Niñez y Adolescencia, con esta ley se cumple con las normas internacionales al crear un sistema integral de protección para NNA, a su vez ese mismo año se reglamenta.
Milagros Pérez, abogada especializada en niñez y adolescencia, recuerda que se dieron pocas reuniones de trabajo después de la reglamentación de esta norma, y pondera que con la implementación, “el único ente que ha avanzado es el Órgano Judicial que ha creado los juzgados que contempla la ley”.
Por lo anterior, Pérez manifestó que el principal desafío para las autoridades es la atención de casos de violencia entre adolescentes y jóvenes: las agresiones físicas, sobre todo en los lugares con alto grado de delincuencia en donde las bandas juveniles pueden llegar a los colegios por medio de sus alumnos. En segundo lugar, se ubica el cyberbullying, como nuevo tipo de violencia, dentro del acoso, que afecta a los adolescentes y jóvenes, que por su alcance en redes sociales puede llegar a tener mayores efectos psicológicos.
La jurista insistió que se debe garantizar el cumplimiento del artículo 64 de la Ley No. 285, el cual garantiza una vida libre de violencia para NNA en su entorno familiar, escuela y la aplicación de la disciplina positiva en la corrección de los NNA.
Cobertura para atender la violencia escolar
El papel de docentes, directores, tutores o de cualquier adulto que tenga a su cargo un grupo de NNA, es decisivo a la hora de enfrentarse e intentar transformar una situación de violencia escolar.
Para el profesor Luis Sánchez, secretario general de la Asociación de Educadores Veragüenses -AEVE, respecto a la Ley No. 285, opina “muchos directores no ejercen con rigor la administración escolar cuando se dan los casos. Y cuando llegan a la Fiscalía, muchas veces hay omisión por la administración de los planteles.”
Adicionalmente, Sánchez explicó que los docentes deben hacer las adecuaciones y evaluaciones para remitir los casos. En ese sentido, reconoce que los educadores enfrentan la falta de capacitación para atender niños con discapacidad, en riesgo social, déficit atencional, con malas conductas y problemas de drogas. “Los docentes tienen que rifársela” al referirse a estos dos últimos temas”, dijo preocupado Sánchez.
El Meduca tiene desde hace años los cursos de actualización docente, una herramienta importante en el mejoramiento de competencias y capacidades, sin embargo, no es una práctica obligatoria para educadores del sistema público.
Para la especialista en psicología infantil y conductas, Geoenith Bennett, todo el peso de la intervención que produce la violencia escolar recae en la parte administrativa del plantel. La realidad a su juicio radica en que, en primera instancia es una cadena, donde los docentes en el sistema público no tienen un respaldo total, y las consecuencias suelen caer sobre ellos, y los lleva a situaciones de hostilidad e indiferencia.
“La violencia escolar genera un desgaste para el profesional docente en las aulas, y el sistema obliga a mantener a víctimas y agresores en los centros escolares”, argumentó Bennett.
Un ejemplo de lo antes señalado, se dio en junio pasado, cuando una fundación que atiende temas de prevención de violencia y con quienes se estableció comunicación, recibió la denuncia de la madre de una estudiante de 14 años, a la cual un compañero de clases engañó para acercarla a un joven de una pandilla en ciudad capital, quien abusó sexualmente de ella. La joven y su madre estaban amenazadas, y la inadecuada atención tanto escolar como de personal médico público, le instaba a reintegrarse a sus clases. Pese a haber gestionado la denuncia en la fiscalía, ambas afectadas se sentían en completa vulnerabilidad.
Dentro de las gestiones de Meduca, su responsabilidad es la prevención primaria, sin embargo, la directora, Veruska Ordás, dio a conocer que los equipos especializados realizan proyectos y programas de prevención secundaria en centros escolares donde no hay equipos de atención. Aseguró que atienden casos individuales que les son remitidos al ser menores de edad con hojas de consentimiento, por parte de padres y madres, docentes, administrativos o directivos de los centros educativos.
La intervención primaria está a cargo de una orientadora, que atiende los comportamientos de conducta donde se sospecha hay factores de riesgo, mientras que la intervención secundaria es cuando ya tiene probabilidades de iniciar la conducta disruptiva. En estos escenarios actúan los servicios psicopedagógicos, entonces se hace referencia a especialistas.
Pese a lo anterior, lamenta Ordás que la cobertura de atención e intervención escolar, es limitada. Esta información la proporcionó la nueva directora nacional de Servicios Psicoeducativos, a tres meses de asumir el cargo.
La atención psicopedagógica en cifras
Esta situación trae un arrastre a través de los años. Del 2019 al cierre del 2023, el Meduca en un informe de gestión 2019-2024, refleja que ofreció atención y seguimiento a más de 43 mil 794 estudiantes, y un total de 2 mil 880 visitas domiciliarias, cuyos motivos de referencia estuvieron relacionados a los siguientes factores: rendimiento académico, adaptación escolar, abuso sexual, acoso escolar, ideas suicidas e intento de suicidios, depresión y ansiedad, entre otros.

Es importante conocer que en la actualidad, el Meduca cuenta con 159 equipos psicosociales trabajando distintas dificultades de violencia escolar y otros tipos de conductas, que atienden las dinámicas que se encuentran a nivel conductual, emocional, familiar, y social en estudiantes del sistema público.
Los gabinetes psicopedagógicos de Meduca no llegan siquiera al diez por ciento de las escuelas oficiales a nivel nacional, afirmó Veruska Ordás.
Si se analiza el alcance en términos de matrícula, se debe tomar en cuenta que los gabinetes están instalados en centros educativos superpoblados, con más de mil estudiantes. Sin embargo, en términos de áreas geográficas, se adolece de una cobertura adecuada, como en las zonas comarcales y Darién. Para tener una idea de la problemática, en el área de Panamá Este, solo se cuenta con un gabinete para la atención de este tipo.
El año pasado, se registró una matrícula total en escuelas oficiales de 830,181 estudiantes según el Meduca, lo que representa el 41.7 por ciento de atenciones de estudiantes en el sistema público escolar por los gabinetes psicopedagógicos para este periodo. Las regiones de Chiriquí, Panamá Centro y Panamá Oeste representaron los tres primeros lugares en atención.
Fuente : MEDUCA
Entre las estrategias de emergencia, el Ministerio de Educación estableció un ficha de atención socio emocional, y entrevistas por la plataforma social google meet, sobre todo para efectos cubrir la demanda de situaciones en tiempos de pandemia, con ello se logró cubrir 626 centros escolares. Ese ejercicio continúa, además de fichas regionales, y cartas que reciben de casos específicos. Todo esto se canaliza a través de las 12 regionales.
Coexistencia Pacífica en las escuelas
UNICEF en 2019, en un manifiesto elaborado por un centenar de jóvenes en el Foro Mundial de Educación aboga por la protección para los estudiantes, siguiendo el principio de la coexistencia pacífica y respetuosa en las escuelas.
En dicha cita, las juventudes exigieron entornos de aprendizaje seguros, que docentes y quienes brindan consejería emprendan una formación continua y sean capaces de identificar, responder y apoyar a estudiantes afectados; además se demanda la protección y prevención de todas las formas y niveles de violencia en las escuelas, que deben regirse por normas, reglamentos y planes de acción claros, aunado a la restricción de armas de fuego y cuchillos, entre otras.

Foto. Cortesía UNICEF/Panamá/Scheverdfinger
La atención de la violencia escolar conlleva un proceso. Para la psicóloga Bennett, la solución es estructural y es necesario contar con un buen ambiente laboral para el docente, donde el espacio debe tener insumos para realizar las actividades.
El proceso en el caso de Allan tuvo fallas evidentes en cuanto a protocolos y cuidados a menores de edad. El Meduca intervino con una orden superior, es así que la directora del plantel reaccionó al problema y se sorprendió después de dos meses al ver el expediente y enterarse sobre la intervención de psicología clínica de la CSS.
Allan mantiene el seguimiento de atención psicológica y ha mejorado sus calificaciones, logrando eximirse en los exámenes trimestrales. “Ya no tengo miedo”, aseguró. Los hermanos que lo acosaban fueron separados y enviados a otras aulas.
Sanar aulas una demanda de vieja data
“Desde que existen escuelas, hay conflictos.” Así lo considera el médico y cineasta panameño José Antonio Stoute, quien en fecha reciente estrenó la película Academia St. Vierja, basada en hechos reales. Narra la historia de un niño que entra en una escuela nueva y enfrenta violencia escolar y de compañeros y maestros, desde abuso sexual, y discriminación por diferencia de clases sociales.
Stoute, espera que la película ayude a comprender cómo las experiencias infantiles impactan a las personas a lo largo de su vida y a sensibilizar sobre cómo se trata a los niños en las escuelas.
“No hay individuo malo en sí, si no son los factores alrededor de cada persona los cuales le llevan a comportarse de determinada forma, con esto se lleva el peso de experiencias hasta la vida adulta, de ahí la importancia de encontrar educadores/as que comprendan estos procesos”, recalcó el cineasta, José Antonio Stoute.
Allan y su familia no fueron parte de los casos que incluyen ese 17 por ciento de atenciones por parte de gabinetes psicopedagógicos. Encontraron salidas alternas a la agonía que vivieron en un centro educativo oficial, tuvieron respuestas por parte de la Policía de Niñez y Adolescencia y personal de la CSS.
En el año 2025 el Meduca tiene programado instalar más gabinetes psicopedagógicos, con nombramientos de personal de psicología y trabajo social, en las áreas geográficas que no están cubiertas, y donde se han instalado centros educativos que han aumentado sus matrículas sustancialmente.
No hay recetas para lograr cambios en un panorama donde se conocen cada vez más casos complejos de violencia entre estudiantes. El profesor Justo Pastor Ramos Machado quien labora en el Instituto Comercial Panamá, -que cuenta con gabinete psicopedagógico-, explicó que la educación tiene actores, cada uno de los cuales tiene un rol a cumplir.
“El espacio que desempeña la familia se ha diluido en muchos hogares, por otra parte la comunidad ha tomado más espacio, lo lamentable es que educa de manera informal, por lo que necesita guía familiar. A eso se suma que la educación ha perdido su función formal. Todo esto se traduce en NNA débiles emocionales, con incapacidad de enfrentar frustraciones”, añade Ramos Machado.
Todo el proceso de enseñanza y aprendizaje debe darse en un clima de cero violencia, sin embargo, lo antes dicho, ni con la meta de instalación de 200 gabinetes psicopedagógicos al final de la gestión gubernamental en 2029, se evade enfrentar muchos retos en torno a la violencia escolar, en un sistema público con tres mil 113 centros educativos.
Foto ilustrativa de portada. Cortesía UNICEF/Panamá/Scheverdfinger.
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